Bogotá,
Colombia
Fue autora de superventas antes de convertirse en el símbolo del sufrimiento de los rehenes de las Farc. Adulada, propuesta para el Premio Nobel de Paz, Ingrid Betancourt, se enfrenta desde su liberación a críticas, juzgadas injustas por sus simpatizantes que destacan su “coraje”.
Tras seis años de secuestro por la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Farc, la franco-colombiana, rescatada el 2 de julio de 2008, recorrió el mundo al encuentro de dirigentes, copó las revistas sociales y recibió múltiples honores, en particular, el premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2008, el más prestigioso de España.
GiraFue recibida por el Parlamento Europeo, el papa Benedicto XVI y numerosos jefes de Estado en América Latina en una gira relámpago que realizó poco después de recuperar la libertad gracias a la exitosa ‘Operación Jaque’ del Ejército colombiano.
Con el paso de los años, esta ex candidata a la presidencia de Colombia había pasado a ser fuera de su país un ícono que empezó a darse a conocer en 2002 gracias al éxito de su libro ‘La rabia en el corazón’, donde denuncia particularmente la corrupción de la clase política colombiana.
“Formaba parte de millares de lectores impresionados por el valor de esta mujer que denunció la corrupción y deseaba el fin del conflicto” (armado colombiano), declaró a la AFP Hervé Marro, vicepresidente del antiguo Comité de apoyo a Ingrid Betancourt, Csib.
Una gran imagen suya fue colocada en la plaza de la alcaldía de París, y el conjunto de los candidatos franceses a la presidencia de 2008 se comprometieron a trabajar por su liberación, encabezados por Nicolas Sarkozy.
También abrazaron esa causa los mandatarios de Venezuela, Hugo Chávez; de España, José Luis Rodríguez Zapatero; y de Argentina, Cristina Kirchner; entre otros.
“Gracias a Ingrid Betancourt el problema de los rehenes en Colombia se conoció en el mundo entero”, dijo Adair Lamprea, quien fue el director logístico de su campaña y uno de los militantes más activos para su liberación. Pese al padecimiento de su secuestro, en Colombia Betancourt nunca fue vista como la ‘Juana de Arco’, como sí ocurrió en el exterior.
“Tenía una imagen farandulera y oportunista que se había borrado por el cautiverio”, señaló Fabián Sanabria, director de la facultad de Sociología de la estatal Universidad Nacional de Colombia.
“Con su liberación hubo un enorme entusiasmo, pero lo peor que hizo fue no quedarse en Colombia. La gente se sintió ofendida, eso da mucha ‘rabia en el corazón’ en un país pobre como Colombia”, añadió el catedrático.
Colombia
Fue autora de superventas antes de convertirse en el símbolo del sufrimiento de los rehenes de las Farc. Adulada, propuesta para el Premio Nobel de Paz, Ingrid Betancourt, se enfrenta desde su liberación a críticas, juzgadas injustas por sus simpatizantes que destacan su “coraje”.
Tras seis años de secuestro por la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Farc, la franco-colombiana, rescatada el 2 de julio de 2008, recorrió el mundo al encuentro de dirigentes, copó las revistas sociales y recibió múltiples honores, en particular, el premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2008, el más prestigioso de España.
GiraFue recibida por el Parlamento Europeo, el papa Benedicto XVI y numerosos jefes de Estado en América Latina en una gira relámpago que realizó poco después de recuperar la libertad gracias a la exitosa ‘Operación Jaque’ del Ejército colombiano.
Con el paso de los años, esta ex candidata a la presidencia de Colombia había pasado a ser fuera de su país un ícono que empezó a darse a conocer en 2002 gracias al éxito de su libro ‘La rabia en el corazón’, donde denuncia particularmente la corrupción de la clase política colombiana.
“Formaba parte de millares de lectores impresionados por el valor de esta mujer que denunció la corrupción y deseaba el fin del conflicto” (armado colombiano), declaró a la AFP Hervé Marro, vicepresidente del antiguo Comité de apoyo a Ingrid Betancourt, Csib.
Una gran imagen suya fue colocada en la plaza de la alcaldía de París, y el conjunto de los candidatos franceses a la presidencia de 2008 se comprometieron a trabajar por su liberación, encabezados por Nicolas Sarkozy.
También abrazaron esa causa los mandatarios de Venezuela, Hugo Chávez; de España, José Luis Rodríguez Zapatero; y de Argentina, Cristina Kirchner; entre otros.
“Gracias a Ingrid Betancourt el problema de los rehenes en Colombia se conoció en el mundo entero”, dijo Adair Lamprea, quien fue el director logístico de su campaña y uno de los militantes más activos para su liberación. Pese al padecimiento de su secuestro, en Colombia Betancourt nunca fue vista como la ‘Juana de Arco’, como sí ocurrió en el exterior.
“Tenía una imagen farandulera y oportunista que se había borrado por el cautiverio”, señaló Fabián Sanabria, director de la facultad de Sociología de la estatal Universidad Nacional de Colombia.
“Con su liberación hubo un enorme entusiasmo, pero lo peor que hizo fue no quedarse en Colombia. La gente se sintió ofendida, eso da mucha ‘rabia en el corazón’ en un país pobre como Colombia”, añadió el catedrático.