El jefe del Consejo Supremo de las
Fuerzas Armadas de Egipto, Mohamed Hussein Tantawi, decretó tres días de duelo
y prometió que encontrará a los culpables de la masacre de Port Said, tras opinar
que este tipo de sucesos "pueden pasar en cualquier parte del mundo",
en declaraciones al canal TV del Al-Ahly, uno de los equipos involucrados.
Asimismo, apuntó que las víctimas y familiares recibirán una compensación después de que sus casos sean examinados.
Miles de personas se concentraron ayer nuevamente en la plaza Tahrir de El Cairo y centenares de ellos marcharon hacia el Ministerio del Interior para protestar por la violencia desatada antenoche, que además dejó cerca de 1.000 heridos.
Asimismo, apuntó que las víctimas y familiares recibirán una compensación después de que sus casos sean examinados.
Miles de personas se concentraron ayer nuevamente en la plaza Tahrir de El Cairo y centenares de ellos marcharon hacia el Ministerio del Interior para protestar por la violencia desatada antenoche, que además dejó cerca de 1.000 heridos.
La situación, según el diario "Al-Ahram" era "muy tensa", con divisiones incluso entre los propios manifestantes. Algunos de ellos permanecían anoche en la emblemática plaza, mientras otros avanzaban 500 metros hacia el Ministerio del Interior, foco de la furia ciudadana desde el inicio de las revueltas, en enero de 2011.
Antes de que se extinguieran las llamas en las gradas y mientras seguían ingresando cadáveres en las morgues de los hospitales cercanos al campo deportivo, ya afloraban variadas hipótesis -entre sectores políticos, medios y analistas- que apuntaban a una conspiración política como causante de la masacre.
La más extendida giraba en torno al deseo de sectores militares de mantener "la ley de emergencia" decretada en 1981 (tras la muerte del ex presidente y primer ministro Anwar el-Sadat), una normativa que sirvió durante estos últimos 30 años como cobertura legal para la represión desatada contra sectores opositores.
"Lo que ocurrió no puede ser una coincidencia. Esta masacre y tres ataques armados, apenas un día después de que el ministro del Interior vino al Parlamento para intentar convencernos de mantener el estado de emergencia", reclamó el diputado socialdemócrata Zia el Elaimi.
El primer ministro, Kamal el Ganzouri, en tanto, comunicó al Parlamento, en una sesión extraordinaria, que el Gobierno destituyó a todos los miembros de la Junta Directiva de la Federación de Fútbol Egipcia, quienes habían decidido anular todos los encuentros de la jornada.
El Partido Libertad y Justicia (PLJ), brazo político de los poderosos Hermanos Musulmanes, señaló ayer que hay una "mano invisible" en la masacre, que sólo puede pertenecer a partidarios de Hosni Mubarak deseosos de castigar a los seguidores del equipo cairota Al-Ahly tras su importante participación como fuerza de choque durante las manifestaciones contra el régimen.
Opositores a la Junta Militar -que gobierna interinamente el país desde la caída de Hosni Mubarak, en enero de 2011- son quienes protagonizan las marchas en la Plaza Tahrir, donde reclaman contra la policía y el Gobierno a quienes acusan de inactividad en los enfrentamientos.
Además del grupo de convocados en la emblemática plaza avanzan columnas de manifestantes hacia el cuartel general de la Policía, el Ministerio del Interior y el Parlamento para denunciar el creciente vacío de seguridad en el país.
Grupos de hinchas considerados "barrabravas de Al-Ahly" dejaron a un lado las frecuentes rivalidades con los "Caballeros Blancos", del equipo rival, y calificaron de "sospechosamente ineficiente" la actuación de las fuerzas de seguridad durante el partido que terminó 3-1 a favor del Al-Masry y tras el cual se desencadenó la masacre.
Los seguidores de ambos equipos se organizaron ayer para marchar a la sede de la Asamblea del Pueblo y condenar el comportamiento de la policía, acción que se realizará en forma paralela a otras dos marchas hacia los ministerios del Interior y de Defensa con iguales propósitos.
La estrecha relación establecida en el último año entre los seguidores más violentos del Al-Ahly y las manifestaciones contra la dictadura se interpretó de inmediato como un factor esencial en los hechos. Y los jóvenes que impulsaron la revolución desde la plaza de Tahrir, hace un año, acusan directamente a la Junta militar que gobierna Egipto desde la caída de Mubarak.
"La Junta militar desea crear el clima de que el país camina hacia el caos y la destrucción, son gente de Mubarak y aplican su misma estrategia, la que seguía él cuando se proponía como única alternativa al caos", dijo Mahmud al-Naggar, miembro de la Coalición de la Juventud Revolucionaria en Port Said.
Seguidores del equipo local, en tanto, declararon que entre los suyos se detectó la presencia de "infiltrados" que tuvieron un papel fundamental en el inicio de los disturbios.