19/Mayo/2012 Por: Eva Sáiz Washington._ A las 4.55 de la mañana,
10.55 hora española, estaba previsto que el cohete Falcon 9, propiedad de
la empresa Space
Exploration Technologies Corpotarion –SpaceX- despegara desde la
base de Cabo Cañaveral, en Florida.
El propósito de SpaceX era poner en órbita
a la cápsula, cargada con 500 kilos de comida y agua, rumbo a la Estación
Espacial Internacional (ISS en sus siglas en inglés). La cuenta atrás se inició
sin problemas pero, en el último instante, cuando ya se había pronunciado la
orden de despeque (lift off) un ordenador ha detenido automáticamente la
operación, al parecer por un problema de presión en uno de los motores, informa
<b>Alicia Rivera</b>. Tras el análisis de los técnicos, que ya han
colocado de nuevo el cohete en modo de seguridad, se intentará de nuevo el
despegue el próximo martes.
Según se ha podido
ver en la retransmisión en directo facilitada por la NASA, ya se
había concluido la cuenta atrás y se había ordenado el despegue del Falcón 9,
pero el cohete se ha quedado clavado en tierra. Tras unos instantes de
confusión, la NASA ha ido informando del problema en uno de los motores que ha
sido detectado por uno de los ordenadores del sistema de lanzamiento. Al
localizar el fallo, la computadora ha detenido automáticamente el despegue y el
cohete ha sido asegurado de nuevo a la estructura metálica de la rampa de
lanzamiento y puesto en modo de seguridad. Ahora es trabajo de los técnicos
analizar las razones del fallo, solucionarlo e intentar de nuevo el despegue.
El nuevo intento se producirá el próximo martes a las 3.44 de la madrugada,
hora de EE UU (9.44 en España).
aspecto de la cápsula espaciañ 'Dragon' cuando alcance su órbita preliminar. /WWW.SPACEX.COM |
De haber tenido éxito, SpaceX se
hubiera convertido en la primera compañía privada en transportar suministros a
la ISS. No es la primera vez, sin embargo, que se aplaza esta misión. Los
ingenieros de SpaceX han tratado de asegurarse de que los equipos informáticos
de la cápsula no interfieren con los sistemas de la Estación Espacial. Le
elección de la hora de despegue tampoco se había dejado al azar. Las 4.55 era
el momento preciso en el que la plataforma de lanzamiento quedaba alineada con
la órbita de la ISS.
El Falcón 9 hizo
su primer vuelo en junio de 2010. El segundo, ya con el beneplácito de la NASA,
se realizó en diciembre de 2010. Entonces el cohete puso en órbita la nave
Dragón que, posteriormente, aterrizó con éxito. Pese a que las
primeras pruebas fueron muy alentadoras, el hecho es que SpaceX esperaba haber
realizado su primera visita a la ISS en 2009.
“Hay una posibilidad muy remota
de que la misión tenga éxito”. Son las palabras que Elon Musk, el
multimillonario propietario de SpaceX y fundador de Pay Pal,
repetía a todo aquel que estos días le preguntaba sobre el lanzamiento. De
haber errado en sus predicciones, su empresa aeronáutica no solo se hubiera
convertido en la primera entidad privada en viajar a la ISS –ahora solo van
naves costeadas por los Gobiernos de Rusia, la Unión Europea y Japón-, sino que
se habría hecho con el suculento contrato con la NASA de 1.600 millones de
dólares, que podría ampliarse hasta los 3.100 millones, para enviar otras 12
naves de carga a la base espacial.
No obstante, SpaceX –con sede en
Hawthrone (California) y que emplea a 1.700 trabajadores- no ha financiado en
solitario la misión. La propia Agencia Espacial estadounidense ha colaborado
con la compañía de Musk con un fondo de 300 millones de dólares a través del programa Sistema
de Transporte Orbital Comercial (COTS, en sus siglas en inglés).
Un problema técnico con el software de la
computadora de abordo, según la retransmisión en directo facilitada por la
NASA, ha impedido que el lanzamiento tuviera lugar
Desde que la NASA se viera
obligada a poner fin a su
programa de vuelos tripulados al espacio –para centrarse en
otros proyectos, como viajar a Marte o alcanzar asteroides- ha tenido que
servirse de los transbordadores rusos para llevar a sus astronautas hasta la
ISS – el pasado lunes, uno de los tres tripulantes que la nave Soyuz trasladó a
la ISS era de la NASA-, un viaje que cuesta 60 millones de dólares por persona.
La Administración Obama ha solicitado 830 millones de dólares para financiar
los vuelos al espacio, un coste que el Congreso de EE UU no parece estar
dispuesto a sufragar.
Sin embargo, el sector privado se
ha apresurado a llenar el vacío que ha dejado la NASA. SpaceX parece estar en
la vanguardia de los vuelos comerciales al espacio. Además del contrato con el
Gobierno estadounidense, la compañía tiene acuerdos comerciales con Canadá,
Tailandia, Taiwan, Israel y Argentina para poner en órbita sus satélites, según
indica su página web. Musk, no obstante, no se conforma con viajar hasta la
ISS, su objetivo es ofrecer vuelos a Marte en menos de 20 años.
El propietario de SpaceX no es el
único millonario cuyas ambiciones van más allá de las estrellas. El fundador de Amazon, Jeff Bezos, está diseñando una cápsula
para transportar astronautas. Blue Origin, su empresa aeroespacial, ya ha
probado cohetes en la lanzadera que Bezos ha construido en su rancho de Tejas.
Richard Branson, el dueño de, ofrece vuelos por 200.000 dólares en una órbita
baja para quien desee experimentar la gravedad cero. Paul Allen, el cofundador
de Microsoft, se ha aliado con expertos
ingenieros aeronáuticos para construir el Stratolaunch, un avión parecido a dos Boing 747 unidos
por las alas, diseñado para hacer despegar un cohete desde el aire, ahorrando,
así, miles de litros de combustible.
Todas estas compañías están
compitiendo por hacerse con nuevos contratos de la NASA para enviar cohetes
tripulados al espacio. De momento, la Agencia tiene otro acuerdo con la empresa
estadounidense Orbital para enviar suministros a la ISS. La entidad ha
fijado para final de verano el primer lanzamiento de un cohete Antares y
su cápsula correspondiente desde la instalación que
la NASA tiene en Wallops Island (Virginia).