25/Abril/2012 Santo Domingo, República
Dominicana._ Los acontecimientos de los días 23, 24 y 25 de abril de 1984
parecen constituir el más dramático reflejo de los cambios y convulsiones
sociales que afectan a la actual sociedad dominicana. Aunque las tendencias de
crecimiento de las protestas sociales venían desde finales de los afíos 70, es
sin embargo a partir de aquellos hechos que toman vigor, se sistematizan,
asumen caracteres violentos y se convierten en una nueva etapa de ascenso de
los movimientos populares, obligando al Estado y las diversas instituciones a
tomarlos en cuenta como factor de opinión y decisión.
Nuestras investigaciones acerca de
las acciones de protesta social en el país desde 1983 hasta hoy (ver Cuadro 1),
indican que, cuando menos -y a riesgo de subestimar la totalidad real de
hechos-, en República Dominicana se realizaron 1.564 acciones de protesta
social de las clases populares y las capas medias desde aquel año hasta
septiembre de 1988, exceptuando algunos lapsos. De ellas, el 74,7% se realizó entre
1986-1988, o sea, 1.169 acciones. Nunca antes en el país se había llevado a
cabo un número tan elevado de protestas, en tan corto periodo.
Quiere decir que desde que los
sectores de bajos ingresos «descubrieron» que las calles son un buen espacio
para expresar sus inconformidades, jamás se han detenido, sino más bien han
crecido las actividades de reclamo, como los paros, piquetes, marchas y
movilizaciones, ocupaciones de tierras, iglesias y oficinas, vigilias, entre
otras.
Las huelgas generales en esta
década en el país parecen originarse sin ninguna dirección política, es decir,
como una acción espontánea, como fue la jornada de protestas de abril de 1984,
las que se convirtieron por si mismas en la primera huelga general, paralizando
las actividades del país durante casi tres días, aunque la población
No fue convocada para ello.
Sencillamente, masas empobrecidas tomaron las calles violentamente, efectuando
uno de los más influyentes acontecimientos de nuestra historia reciente...
Las sucesivas paralizaciones
generales también han tenido un elevado componente de violencia, con enfrentamientos
entre manifestantes y agentes policiales y militares, incendios de oficinas,
comercios, tiendas y locales del partido oficial, muertes, decenas de heridos y
apresados, entre otros resultados.
Todo parece indicar que esa
ausencia de conducciones políticas se relaciona con la crisis y la debilidad de
los partidos, tanto de derecha como de izquierda, del Estado y otras
instituciones fundamentales. Estas no parecen entender la dinámica que los
nuevos cambios sociales han impreso en los sectores populares del país.
El contexto en que se han producido
las distintas huelgas generales revelan altos niveles de insatisfacción y
descontento social, motivados en asfixiantes alzas de precios en los productos
de consumo básico, reducción de la capacidad adquisitiva de los salarios,
pérdida de confianza en las autoridades gubernamentales, combinación
De distintos sectores en pie de
protesta. En resumen, un cuadro social donde las inclinaciones a la violencia
colectiva se ponen a la orden del día. La huelga general convocada por diversos
sectores populares para los días 19 y 20 de junio de 1989 no escapa a una
situación similar, con la peculiaridad de que es la primera convocada por 48
horas.
Sin lugar a dudas que las huelgas
generales, como fenómenos de resistencia y deseos de cambio en las políticas
gubernamentales, son las que le dan tinte opositor a las huelgas. Pero en el
caso dominicano esa actitud no ha figurado entre los objetivos de ninguno de
los paros nacionales. Por lo menos no de manera explícita.
Desde abril de 1984, en el país se
han efectuado siete huelgas generales, seis de ellas formalmente convocadas y
una producto de las mismas circunstancias (abril/1984). Sólo una convocatoria
ha fracasado, en tanto paro nacional (el anunciado para el 5 de abril de 1988),
aunque se realizaron en distintas zonas del país paros parciales y
movilizaciones aquel día. Una convocatoria fue depuesta por los sectores
auspiciadores debido a que, horas antes de iniciarse, el 9 de julio de 1985, el
presidente de turno, Salvador Jorge Blanco, accedió a la demanda principal que
La motivaba, un alza salarial.
Una visión panorámica de los paros
nacionales indica que en 1984 se realizaron dos: el 23, 24 Y 25 de abril (de
hecho, no convocado) y el 9 de mayo. En 1985 dos: el 11de febrero y el 20 de
junio. En 1987 uno, el 28 de julio. En 1988, uno, el 9 de marzo.
El último fue el del 19-20 de junio
de 1989, constituyendo la tercera huelga general durante la presente gestión
del presidente Joaquín Balaguer y la cuarta convocada.
Fuente: Este artículo es copia fiel
del publicado en la revista Nueva Sociedad Nº 104 Noviembre-
Diciembre 1989, ISSN: 0251-3552, <www.nuso.org>.