31/Marzo/2012
Por Cynthia López Cabán / elnuevodia.com Puerto Rico._ En absoluto silencio, un grupo de 10 jóvenes
universitarios haitianos escuchó ayer el testimonio de su compatriota
Jean-Robert Cadet sobre sus años como “restavek” o sirviente infantil.
Ante la mirada atenta de
los universitarios que estudian en la Isla como parte de un proyecto que surge
luego del terremoto en Haití, contó que a los 4 años se convirtió en esclavo de
una familia pudiente.
De voz pausada, Cadet
narró que sus amos lo obligaban a trabajar largas horas. También fue abusado
física, verbal y sexualmente.
“Me sentía un observador
en vez de un participante de la sociedad”, apuntó sobre esos años de la niñez
en que se sentía un extranjero en su propia tierra.
Durante un conversatorio,
organizado por la Universidad Solidaria del Caribe de la Fundación Comunitaria
de Puerto Rico, el escritor y defensor de los derechos de la niñez narró que la
familia de sus propietarios emigró a Nueva York cuando tenía 16 años.
“A los tres meses, la familia
pensó que violaba la ley si no me enviaban a la escuela, así que me
matricularon en el décimo grado”, relató.
Poco después, sus
propietarios lo lanzaron a la calle porque dejó de realizar las tareas
domésticas debido a sus obligaciones escolares.
Deambuló por las calles
de la Gran Manzana hasta que dos maestros lo ayudaron a encontrar alojo y
subvención gubernamental.
Luego de la escuela
secundaria, sirvió tres años en el Ejército de los Estados Unidos, decisión que
le abrió la posibilidad de cursar estudios universitarios.
La historia de Cadet
todavía se repite en Haití. Actualmente se estima que entre 250,000 a 400,000
niños y niñas haitianas son sirvientes infantiles.
Cadet subrayó que la
mayoría de estos esclavos son niñas porque estas realizan diversas tareas
domésticas.
Para llamar la atención
sobre esta práctica, Cadet ha escrito varios libros sobre el tema.
Pronto divulgará un
vídeo y una canción para concienciar sobre la esclavitud infantil, un mal
perpetuado por la extrema pobreza que se vive en Haití.
También participó en la
elaboración de un currículo para las escuelas elementales, que fomenta los
derechos humanos de la niñez y que espera que adopte el Ministerio de Educación
de Haití.