viernes, enero 13, 2012

La verdad de la Historia del autoproclamado Rey Henri Christophe, o Henri I de Haití y Jean Jacques Dessalines

13/Enero/2012              EL DEGUELLE DE MOCA Y PARTE DE LA ISLA…EL HOLOCAUSTO MÁS GRANDE DE LA HISPANIOLA DESDE LOS INDIOS
Es muy probable que la gran matanza haitiana del año 1937, y considerada un holocausto de gran dimensión, no se equiparan a las acciones de Jean Jacques Dessalines cargada de odio contra los blancos de ésta parte de la isla.
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 Jean-Jacques Dessalines nace el 20 de septiembre de 1758 en Guinea, África. Se conoce poco de su juventud hasta que aparece como esclavo en la colonia francesa de Santo Domingo, esto lo marcó para siempre y arrastró un odio permanente contra los blancos por los maltratos y humillaciones sufridas, ya libre adoptó el nombre de su amo, de quien huyó en 1789.
Al estallar la revuelta de esclavos en Saint-Domínguez, se unió a Toussaint y organizó una de las bandas de esclavos que apoyaron a Francia y contribuyeron a la expulsión de los británicos. Dessalines combatió al lado del ejército francés contra Toussaint pero en 1802, tras su prisión y deportación a Francia y aprovechando la debilidad del ejército francés además del peligro de la vuelta a la esclavitud, se convierte en líder de los rebeldes revolucionarios.
Dessalines derrotó definitivamente al ejército francés en la Batalla de Vertieres en 1803. El primero de enero de 1804 Jean-Jacques Dessalines proclama la independencia haitiana en Gonaïves y se convirtió en gobernador general y poco después emperador con el nombre de Jacques I. Ordenó la muerte de todos los pobladores blancos, excepto religiosos y médicos, prohibiendo además que estos tuvieran propiedades. Reorganizó la propiedad de la tierra, repartiendo pequeñas propiedades entre los campesinos. En su gobierno Dessalines intentó restablecer la economía de las plantaciones mediante un sistema de trabajo forzado.
En enero de 1805 los remanentes del ejército francés que quedaban en la parte este de la isla comandados por el General francés Louis Marie Ferrand entran nuevamente en acción. Ferrand decretó a sus tropas cazar niños de ambos sexos de raza negra hasta los 14 años de edad para ser vendidos como esclavos. Este hecho provoca la ira de Dessalines quien invade la parte este de la isla y luego de arrasar con algunos poblados como Azua y Moca sitia la ciudad de Santo Domingo el 5 de marzo de 1805.
                          EL DEGUELLE DE MOCA Y SANTIAGO
En el dramático relato “Memoria de mi salida de la isla de Santo Domingo el 28 de abril de 1805″, del jurisconsulto dominicano Gaspar de Arredondo y Pichardo, se revela que cuarenta (40) niños fueron degollados en la iglesia de Moca, y que los cuerpos fueron encontrados en el presbiterio, que es el espacio que rodea el altar mayor de las iglesias. Esta tragedia, sin paralelo en la historia de la Isla, fue parte del genocidio en que perecieron miles de dominicanos, muchos de ellos degollados Y decapitados. Esta catástrofe, también sin precedentes en nuestra historia, fue ejecutada por las tropas del general haitiano Henri Christophe (Enrique Cristóbal), quien cumplía órdenes y conducía las huestes de Jean Jacques Dessalines que se retiraban de la parte española de la isla durante su frustrada invasión de ese sangriento año de 1805.
Interesa en el presente comentario resaltar particularmente la tragedia que involucró a los niños dominicanos brutalmente degollados o secuestrados, prisioneros y conducidos a pie hacia Haití. El degüello de 40 niños en Moca está documentado en el relato de Gaspar de Arredondo y Pichardo1. En el trabajo que se inserta en esta misma edición Alejandro Llenas incluye este párrafo que además de terrorífico e inexplicable es un episodio sumamente    tétrico:
El 6 de abril Cristóbal reunió todas sus tropas en Santiago; degolló en el cementerio los prisioneros varones, entre los cuales se hallaban el Presbítero Vásquez y 20 sacerdotes más, puso fuego al pueblo y a sus 5 iglesias, y salió, llevándose como un rebaño 249 mujeres, 430 niñas y 318 niños, ésta cantidad, muy alta considerando la relativa escasa población de éstos pueblos.
Nótese que en la descripción de los niños degollados, solamente en el altar mayor de la iglesia de Moca fueron 40, pero éste hecho es sólo lo narrado por el autor, los degollados en toda la isla son incontables, pues ésta acción por orden de Dessalines se ejecutó en muchos lugares del territorio francés de la isla y fueron miles.
Un dato interesante es la relación mujeres-niños que fueron llevados desde Santiago para Haití “como un rebaño”, pues mientras las mujeres eran 249, los niños y niñas sumaban 748, es decir, tres veces más niños y niñas que mujeres. Mujeres, niños y niñas de Santiago prisioneros y arrastrados hacia Haití sumaban 997 personas, pero este grupo era sólo el que llevaron desde Santiago. Existe información fidedigna de acciones señaladas en Moca y Santiago, pero Llenas narra que por orden de Henri Christophe “Monte Plata, San Pedro y el Cotuí fueron reducidas a cenizas, y sus pobladores degollados o llevados  cautivos como animales, amarrados y maltratados en cantidades de miles hacia territorio de Haití”.
Que por orden de él fueron arrastrados 900 veganos a Santiago y fueron incendiados además San Francisco de Macorís, Moca, Puerto Plata y Montecristi. Está claro que cuando se dice que fueron “arrastrados” 900 veganos a Santiago lo que se indica es que esa cantidad de personas fue conducida como prisioneros y que todos iban a pie. De manera que a los 900 veganos conducidos, “arrastrados”, hay que sumar los que venían siendo “arrastrados” desde Monte Plata, San Pedro, Cotuí, San Francisco y Moca, y los que fueron tomados prisioneros en Puerto Plata y Montecristi, e igualmente “arrastrados” a pie hacia el distante territorio de Haití.
Si en cada una de esas comunidades se actuó como en Santiago, donde fueron degollados los hombres prisioneros y conducidos “arrastrados” las mujeres y los niños y niñas, es lógico calcular que las mujeres, niños y niñas “arrastrados” eran miles. Y otros tantos los prisioneros degollados que sumaría una cantidad enorme tomando en cuenta que en muchos casos, los degollados superaban los trasladados a pie como prisioneros hacia territorio haitiano…
Todo esto es una tragedia inconmensurable ante la cual, con relación al presente trabajo, se deben referir dos consideraciones, la primera señalada ya por autores citados, y la segunda que explicaría el énfasis, el interés particular, en el degüello y la conducción de niños como prisioneros, “arrastrados” con sed y hambre  a pie hacia Haití.
La primera consideración a que se hace referencia es la circunstancia en que Dessalines tiene que abandonar el sitio que tenía a Santo Domingo en 1805, un fracaso de enorme dimensión para Haití, equivalente a una grave derrota militar porque la capital de la antigua colonia española, además de su determinante importancia estrategia, estaba ocupada por el ejército francés, que era el objetivo militar número uno del ejército haitiano.
Esta situación adversa contrarió notablemente a Dessalines, que antes de abandonar el sitio “hizo dar la orden a los comandantes de las varias comunes conquistadas de reunir a todos los habitantes y reducirlos a prisión, para que, a su primera orden hacerlos pisotear por las acémilas y otros animales, al llegar a la parte haitiana”.
Además, en virtud de las últimas instrucciones de Dessalines dejadas a varios generales antes de abandonar el sitio, “éstos empujaron delante de ellos el resto de los habitantes, de los animales y bestias… redujeron a cenizas los pueblos, aldeas, hatos y ciudades, llevaron por todas partes la devastación, el hierro y el fuego, y no perdonaron sino los individuos destinados por S. M. a ser conducidos como prisioneros”.
Aquí es importante resaltar que la parte de los dos párrafos anteriores citada entre comillas fue extraída del diario de guerra del propio Dessalines, de manera que, a confesión de parte, relevo de prueba, en buen derecho según los abogados conocedores.
Se debe resaltar que el ejército invasor de Dessalines estaba constituido de más de veinte mil soldados, muy bien dotados con las mejores armas de guerra del momento en Europa, que había los haitianos capturado al ejército de Napoleón Bonaparte derrotado en Saint-Domínguez, es decir, en Haití. Como se ha visto, esos más de veinte mil hombres recibieron la orden, en su retirada, de conducir hacia Haití como prisioneros a todos los habitantes dominicanos, “o al resto de ellos”, los que quedaran vivos, porque los hombres prisioneros eran terriblemente degollados sin piedad.
Si sólo de Santiago fueron “arrastrados” 249 mujeres, 430 niñas y 318 niños, como revela Alejandro Llenas, y de La Vega 900 veganos, entonces hay que colegir que se sumaban los del resto de las comunidades por donde ese ejército pasaba y que fueron miles.
Lamentablemente no hay pruebas documentales de este genocidio en la región Sur del país, que fue por donde se retiró con una parte de su gran ejército el propio Dessalines. Hay sólo menciones en el texto escrito por Gaspar de Arredondo y Pichardo sobre el horror que narraban los fugitivos que por los caminos y los montes llegaban huyendo rápidamente al Cibao desde el territorio del Sur.
Hay una segunda consideración que expreso aquí. Algunos historiadores tienen la creencia de que la invasión de Dessalines fue como respuesta a un decreto destemplado, propio de la guerra, del general francés Lois Ferrand, quien era en ese momento gobernador de la colonia de Santo Domingo.
En su artículo “Invasión de Dessalines” Alejandro Llenas cita muy bien este decreto de Ferrand, que fue en respuesta a una proclama de Dessalines llamando a los habitantes de la parte española de la isla a rendirse. Pero en su insólito decreto del 6 de enero de 1805 3 Ferrand autoriza a los habitantes y autoridades de la parte española capturar en territorio de la república de Haití niños de hasta 14 años de edad, con el fin de venderlos, como hicieron con los negros, a todos, como vulgares esclavos.
Evidentemente el motor de la inmediata invasión de Dessalines no fue este decreto, pero sí su contenido debió provocar la indignación de las autoridades haitianas porque el mensaje de ese texto equivalía a una propuesta de restablecer la esclavitud, que había sido evidentemente superada con la proclamación de la Independencia de parte de los haitianos, y que había sido suprimida además por la revolución francesa años anteriores.
El degüello de los 40 niños en el altar de la iglesia de Moca y la conducción como prisioneros hacia Haití de los 748 niños y niñas de Santiago debió ser un evidente mensaje. Esos, como hemos dicho, son datos que están documentados, pero no debieron ser casos únicos. En otras comunidades dominicanas en las que pisó el carnicero conocido como Henri Christophe debieron haberse producido degüellos masivos de niños inocentes por sus propias órdenes directas. Se podría decir sin ser exagerados, que ésta matanza de Dessalines y sus partidarios, sobrepasó las 10,000 ejecuciones en todo el territorio nacional, una suma espantosa tomando en cuenta la masa poblacional de la época, pero más tarde el propio Jean-Jacques Dessalines cae asesinado, como cosa del destino, de la misma forma en que ordenó se mataran sus prisioneros, en 1806, su cuerpo fue primero degollado y luego cortado furiosamente en pedazos por sus asesinos. Dessalines fue traicionado por sus principales colaboradores Pétion y Christopher quienes más tarde se repartieron el país y que usaron con él el mismo método utilizado con los enemigos.  
Sin embargo estas acciones, tanto de Dessalines como del propio Trujillo son vistas desde el marco histórico como errores políticos de la época que no deben repetirse jamás.
 Muchos amigos cercanos del Dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo señalan que a éste le gustaba escuchar las anécdotas de historiadores dominicanos sobre este hecho y sus pareceres sobre la actitud de Dessalines, quedándose siempre estupefacto ante tales narraciones, algunos afirman incluso que la decisión de la matanza del 1937, estuvo íntimamente ligada a una deseada pero errónea respuesta que pudiera vengar en parte aquellos hechos, y de ésta forma darle punto medio a la inclinada balanza de odio que acentuaba todavía a inicios del siglo XX las acciones de Dessalines, . Aunque, muy de seguro, estas afirmaciones difícilmente podrán ser probadas, pues Trujillo se cuidó de no dejar documentaciones escritas sobre tan delicados  hechos.

Leer artículo de Soto Jiménez en:   http://www.diariodigital.com.do/articulo.php?id=14805

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