miércoles, enero 18, 2012

Conmovedor relato de tripulantes sobrevivientes del Concordia

18/Enero/2012      LIMA — Ellos dejaron su país en pos de un futuro mejor: un sueldo de unos 1.500 dólares al mes, propinas y cero gastos de vivienda y alimentación por trabajar en lujosos trasatlánticos cruzando los mares de Europa.
Comparado con el sueldo mínimo de Perú que es de 675 soles (250 dólares) bien valía la pena.
A los 44 tripulantes peruanos -- 28 hombres y 16 mujeres --, que se enrolaron para trabajar en la línea de cruceros Costa, les esperaba un destino fatal: uno de ellos murió, y una de ellas desapareció en las aguas del mar Tirreno, al encallar el Costa Concordia.

Además de los 44 tripulantes peruanos, había otros ocho compatriotas, pero que viajaban como pasajeros y que salvaron con vida.
Los 42 tripulantes sobrevivientes lo perdieron todo en el barco, y ayudados por el consulado peruano en Italia arribarán entre el miércoles y jueves a Perú.

"Ha perdido su laptop, dinero que ganó, su ropa que llevó de aquí. Ahorita sé que solo está con ropa que la ha dado la Cruz Roja", contó el miércoles a la AP Carmen Burga, madre del tripulante Angel Paredes Burga de 28 años.
El joven profesor de italiano y francés fue reclutado por Costa en octubre pasado, a través de la empresa CRC-Perú que capacita a personas interesadas en laborar en cruceros.
Patricia Betalleluz, gerente general de CRC-Perú, dijo a la AP que existe una gran demanda en Perú por puestos de trabajo en cruceros, y que el mayor atractivo son los sueldos que van desde 750 dólares hasta 4,000 dólares, en el caso de cargos de nivel gerencial.

Indicó que se presentan como postulantes entre 8,000 y 10,000 peruanos para 1,000 vacantes por año.
A los contratados generalmente se les paga en efectivo en el barco, o si el trabajador lo pide se le hace una transferencia a su cuenta bancaria, dice.

La madre de Angel relata que el día del accidente, su hijo le dijo que sintió el choque del barco contra las rocas y escuchó el ulular de la sirena. De inmediato, él, que se desempeñaba como orientador, y otros tripulantes trataron de tranquilizar a los pasajeros y ayudarlos a abordar los botes salvavidas.

"Los trabajadores y orientadores se quedaron hasta el último (momento). Ya cuando estaban bajando, tratando de ingresar en una lancha para salvarse, él se tiró para no caer al mar, y cayó con todo su peso sobre su brazo" que terminó fracturado, relata Burga.

"Me dijo: 'creo que estoy en una película. La cosa fue tan rápida''', dice Burga, quien habló con su hijo unas horas después del accidente.

No tuvo la misma suerte Erika Soria, de 25 años, quien trabajaba como camarera en uno de los bares del barco. Ella es uno de los 22 desaparecidos del Costa Concordia.
Sus padres y su hermana mayor han viajado a Italia para pedir que no cese la búsqueda.
Soria, la última de seis hermanos, se licenció en Turismo en la Universidad Andina del Cusco, donde nació. Trabajaba en Costa desde 2009 y viajaba regularmente entre Italia y Perú.

"Era disciplinada mi hermana. Cuando salió de la universidad comenzó a buscar trabajo. Lógicamente acá pagan poco, incluso lo que pagan en Costa es poco, pero en comparación con lo que se gana en Perú, cualquier trabajo así es mejor", manifestó a la AP Manuel Soria, abogado de 38 años.

Dijo que Erika ganaba el equivalente a poco más de 1,000 euros al mes y ahorraba todo su dinero.
El día que el Costa Concordia naufragó, Erika y otros tripulantes abordaron un bote después de ayudar a evacuar a los pasajeros, pero la embarcación se volteó y todos cayeron al mar, cuenta su hermana Berzabeth Soria, quien trabaja en Madrid y fue la primera de su familia en viajar a Italia para indagar por el paradero de la joven.

"El bote se ha volteado por el peso de mucha gente. Nadaron para llegar a la orilla, pero ella nunca llegó, porque el barco ya cayó sobre ellos", dijo a la AP Berzabeth, que dijo haber obtenido esa versión de otros tripulantes que estuvieron con Erika.
Contó que la empresa Costa está corriendo con todos los gastos de sus padres y de ella en Italia.

En tanto, Milton y Edelmira Paredes y su hija Diana, pasajeros del Concordia, llegaron a Lima el martes tras salvarse de la tragedia.
"En el momento del impacto hicimos una oración donde pedimos a Dios que nos ayudara, si era su voluntad, pero que nos tratara de unir siempre a los tres juntos, que no nos alejara uno del otro", contó Edelmira Paredes.

"Caímos al mar los tres, mi esposo y mi hija de un lado de la baranda y yo del otro lado de la baranda, pero ya en el mar nos tratamos de juntar los tres nuevamente", agregó la mujer que resultó con algunas costillas fracturadas.


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