En esta ocasión, se le condena como jefe del grupo que cometió cuatro atentados mortales en Francia en 1982 y 1983.
Carlos, de 62 años, tiene que pasar un mínimo de 18 meses en prisión antes de poder solicitar acogerse a algún beneficio penitenciario, según el Tribunal de lo Criminal de París, que en su sentencia no precisó si ese periodo de tiempo empieza desde que ingresó en la cárcel hace 17 años, o en una fecha posterior.
Nada más conocerse el dictámen su abogada, Isabelle Coutant Peyre, anunció que lo recurrirá por considerarlo "arbitrario" y fruto de unos magistrados que "son tan poco independientes como los tribunales especiales del tiempo de Petain", en alusión al régimen francés colaboracionista con los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
Los jueces estimaron que había quedado demostrada la culpabilidad de Carlos en todos los cargos por los que había sido imputado, y lo mismo para dos de los otros tres acusados, que recibieron igualmente sendas penas de cadena perpetua. Se trata del palestino Ali Kamal Al Issawi, en paradero desconocido desde hace una década, y del alemán Johannes Weinrich, que cumple cadena perpetua en Alemana.
Ambos fueron juzgados en su ausencia, como Christa Margot Frohlich, pero esta alemana fue absuelta de las acusaciones de haber participado en la preparación de uno de los cuatro atentados, por los que la Fiscalía había pedido 15 años para ella.
El tribunal sí que siguió las demandas del Ministerio Fiscal sobre Ramírez Sánchez, al que habían solicitado la máxima pena posible por su "extrema peligrosidad actual" y por su "total indiferencia" hacia el sufrimiento de las víctimas. Él, sin embargo, como sus abogados, insistió durante las seis semanas de juicio en que no había "ningún elemento" de los presentados que lo implicara con los cuatro atentados, y descalificó como "falsificaciones" las pruebas de los fiscales.
En la última vez que tomó la palabra en la tarde del jueves, volvió a la carga con su línea argumental de que el proceso fue "un montaje" y "una comedia, pero de serie B", resultado en gran parte de la "tergiversción" por parte del que fue el instructor durante casi dos décadas, el juez antiterrorista Jean Louis Bruguière.
Carlos fue particularmente duro con los representantes del Ministerio Público, a los que señaló diciéndoles que tiene "mucha más experiencia" que ellos por haber firmado más de medio centenar de sentencias de muerte durante sus años en activo.
El primero de los cuatro atentados ocurrió el 29 de marzo de 1982 con la explosión de una bomba en el tren Capitole de París a Toulouse y causó cinco muertos y 28 heridos. Para la defensa de Carlos no sólo no estaba demostrado que esa acción fuera una medida de presión de su cliente para exigir la liberación de Kopp y Breguet, que había sido precedida por un controvertido mensaje a las autoridades francesas, sino que en realidad se trató de una tentativa de asesinato del entonces alcalde de París, Jacques Chirac, quien llegaría a presidente de Francia.
El segundo, con un coche bomba en el centro de París el 22 de abril de ese año ante la sede de un periódico árabe-libanés, el venezolano lo vinculó con los servicios secretos sirios.
Y los dos últimos, ocurridos en la tarde del 31 de diciembre de 1983 contra la estación de ferrocarril de Marsella y contra un tren que había salido de esa ciudad en dirección de París, los atribuyó al Grupo Antiterrorista de Liberación (GAL) que se había creado en España contra ETA.
Carlos fue capturado en una operación del espionaje francés en Sudán en agosto de 1994 y en 1997 recibió la primera condena a cadena perpetua por haber matado a dos agentes secretos franceses y a un informador en París en 1975.
A esta segunda condena emitida el jueves, podría sumarse otra si finalmente se llega a celebrar el juicio por otro atentado con una granada contra una tienda en el centro de París que causó dos muertos y 34 heridos.
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